El mono justo

 

En un mundo de 10 bananas y 10 monos, si un mono se hace con 9 bananas y los 9 monos restantes se quedan con una, no les quedará otra alternativa al resto que vivir luchando por esa banana. En ese contexto, el mono de las 9 bananas no podría ni bajar del árbol, pues nada más que el resto le viese irían a por él e intentarían robarle las bananas. 

Si ese mono de las 9 bananas se detuviese a pensar las consecuencias de sus actos, lograse salirse de la lógica de un sistema que copió del hombre y accediese a repartirlas equitativamente, evitaría el conflicto entre el resto de monos y contribuiría a una sociedad monil más justa y pacífica.  

Por el contrario, si resulta que ese mono defiende que las 9 bananas son fruto de su esfuerzo y que si el resto no las tiene querrá decir que no se habrán esforzado lo suficiente para conseguirlas, entonces habrá que pensar que el mono es gilipollas. Si no es capaz de entender que compartiendo lo mucho que la herencia, el llegar el primero al sitio, o la suerte, le ha proporcionado, desaparecería el conflicto de la sociedad mona, y que incluso él, en esa situación igualitaria, viviría más seguro y tranquilo sin miedo a ser agredido por los monos muertos de hambre, habría que ir pensando en tomar decisiones drásticas como obligarle a hacer algo que esos humanos a los que copia con su comportamiento no frecuentan: ponerse en la piel del otro.

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