Inmigrantes

 

Si no salvamos a quienes intentan cruzar el mar para llegar a España, morirán. Si no ayudamos a quienes logran llegar, intentarán empezar por sus propios medios, que son muy pocos, y si no lo consiguen así, se verán abocadas a robar para poder sobrevivir, y perpetuaremos de esa manera la desconfianza del mundo pobre hacia el mundo rico por no ayudarles, y del mundo rico al pobre por robarles. 

Si por el contrario les ayudamos, lograríamos dar una oportunidad a gente que huye de las consecuencias de este sistema capitalista que nos beneficia a nosotros (si es que se puede denominar así a trabajar la mayor parte del día para ganar un sueldo que no nos permite ni pagar un lugar donde vivir) y les perjudica a ellos (con extracción de recursos naturales de sus países para nuestro uso, establecimiento de nuestras fábricas de producción contaminantes y productoras de condiciones laborales inhumanas, desestabilizaciones políticas, conflictos y guerras promocionadas por nuestro mundo en sus países, etc). Si eso hiciésemos, estarían agradecidos por tratarles bien, nuestro país comenzaría a molar para mucha gente a la que actualmente su país sólo le parece una herramienta más de opresión del sistema. Veríamos las consecuencias positivas que en la sacrosanta Economía tiene ser un país productor de felicidad ajena, aprenderíamos más de la mezcla de culturas y lograríamos crear una sociedad en paz y con un gobierno al que merecería la pena defender. 

El mejor sistema de seguridad es un Estado que garantice las necesidades básicas a todos. Es que no es tan difícil.

El capitalismo podría ser un sistema justo, peeeeeero...

 

La base política, social y económica del sistema capitalista imperante es el neoliberalismo, al cual todos ya conocemos porque experimentamos cada día sus consecuencias en nuestras propias vidas a través de innumerables frentes, y, más concretamente, el que constituye el apartado que más horas diarias se lleva de nuestras vidas: el trabajo.

Situándonos en la lógica del liberalismo, si este fuese un sistema justo, el sueldo que pagase el empresario y que se estableciese a través de la competencia en el mercado que defiende el capitalismo, debería dar para cubrir todas las necesidades del trabajador: desde la vivienda a la educación, la sanidad, la alimentación y el descanso, entre otros. Pero ocurre que los sueldos que dan los empresarios no dan para cubrir ni de coña esos gastos, así que el Estado tiene que complementar esa parte, a través de ayudas o subvenciones u otros métodos, para que los trabajadores y trabajadoras tengan una vida más o menos digna, y en muchísimas ocasiones sin llegar a atender a todos los que lo necesitan ni en la cantidad necesaria. Esa parte que el empresario no paga y que el Estado es incapaz de cubrir en su totalidad constituye el beneficio del empresario. Si el empresario pagase el sueldo suficiente para cubrir dichas necesidades, sí estaríamos en un sistema perfecto y justo, pero es que, si lo pagasen, no tendrían beneficios. El liberalismo no es más que un continuo trasvase de dinero público a los trabajadores para que los empresarios se puedan ahorrar esa parte de los sueldos que corresponde al trabajador y puedan así obtener los beneficios que luego, a través de los índices macroeconómicos que ellos mismos han creado, les dará la justificación perfecta para asegurar que todo va bien (aunque todos los trabajadores y trabajadoras vayan mal por la extrema dificultad de acceder a una vivienda, a una buena sanidad o educación, a no tener descanso, etc).

La explotación de los trabajadores sostiene la simulación de un sistema eficiente, justo, perfecto, y entendido por la mayoría como el único posible. ¿No podemos pensar en otra forma más justa de organizar esto? ¿No podemos entender que la necesidad de la mayoría está por encima que el beneficio de unos pocos?