Dejar de simular que la comodidad de nuestra sociedad no está basada en la injusticia y explotación ajena, humana y planetaria, ya sea lejana o cercana.
Eliminación de la propiedad e instauración de la posesión como método de relación con las cosas materiales.
Eliminación de la herencia individual e instauración de la herencia social como medio de transmisión de la riqueza al fallecer: con la posesión se dispone del uso de lo que podamos comprar a través de lo generado por el trabajo, hasta que llega la muerte, cuando pasará de nuevo a la sociedad. Es decir, la posesión es lo mismo que la propiedad mientras vivimos. Cuando morimos, nuestras posesiones pasarán a otra persona que lo necesite. Puede ser a un familiar, o, si el familiar está ya bien cubierto, a otra persona. Con la posesión se garantiza que no haya que pagar por la propiedad, es decir, que no tengamos que dedicar la mayor cantidad de nuestro tiempo a trabajar para pagar algo que ya está construido o fabricado, como una casa de la que ya se pagó su construcción. Al igual que cada generación no tiene que pagar por la Plaza de España de Sevilla, que ya fue terminada de construir en 1929, no tendremos que pagar de nuevo por una casa que ya ha sido construida.
Alguien podrá decir “¡pero eso es injusto! ¡Los de antes trabajaron duro para pagar sus casas y los de ahora va y se la quedan gratis!”. Los de antes trabajaron (o no, o fueron ayudados por herencias) para pagar sus casas, y también, otros de los de antes trabajaron (y no tuvieron herencia) y no les dio para pagar una casa porque el sistema favorecía la explotación de muchos para el éxito de pocos, con lo que tuvieron que alquilar (e invertir una cantidad brutal de sus sueldos en ese único apartado); y también, otros de los de antes no consiguieron trabajo, así que no sólo no tenían casa sino que no podían alquilar ninguna y vivían en la calle. En el pasado, todos hicieron sus sacrificios, y los sacrificios mayores, de hecho, fueron hechos por quienes menos tenían, ya que su existencia en ese contexto no les permitió desarrollarse como personas.
Los avances tecnológicos serán propiedad (posesión) de la sociedad, y no del capital, lo cual llevará a que la plusvalía generada por el trabajo se quede en la sociedad para ser utilizada en los asuntos que requiera la sociedad (ya sean en forma de tiempo, productos o servicios).
Eliminación de la vivienda como bien de mercado. Las casas serán para vivir, o como mucho para tener un lugar donde retirarse y olvidarse del mundo. Nadie tendrá derecho a una segunda casa hasta que todo el mundo tenga al menos una primera. Nadie tendrá derecho a una tercera, porque el impacto de vivir en tres sitios distintos es mayor que el derecho de mis cojones a tener tres casas, y además como la especulación con la vivienda habrá finalizado, no hay razón para poseer una tercera casa porque no vas a poder alquilarla. Con la vivienda no se hace dinero: se paga una sola vez lo que cuesta construirla.
Como todos tendremos al menos una casa, nadie podrá ser desahuciado.
Descongestión de las ciudades: afrontaremos el turismo de una manera completamente distinta. La base del alojamiento serán las pensiones, hostales, hoteles y campings. No habrá pisos turísticos. La base del nuevo concepto turístico es que lo importante son los oriundos. De nada sirve traer turistas a un mercado de vivienda turística que sube los precios de vida en los barrios y obliga a los oriundos a irse a otros lugares, porque eso sólo genera atrezzos que simulan una realidad inexistente, y hemos dicho en el primer punto que vamos a dejar de simular. El turismo no sería tanto un bien de mercado como un bien de intercambio: vas a un lugar y otra persona de ese lugar viene al tuyo. Vas a su casa mientras el otro va a la tuya. Conoces el lugar y a su gente.
Revalorización del tiempo: el tiempo será considerado el único patrimonio del ser humano, y por tanto hay que promover todo tipo de facilidades para que ese tiempo permita aprender cuanto más mejor, que sea divertido, sano, y que merezca la pena ser vivido. La diversión rápida y lumínica, estilo fast food, que produce el capitalismo, será eclipsada por un tiempo de aprendizaje más autónomo e intenso. La idea es que vamos a estar poco tiempo vivos, con lo que hay que aprovechar para aprender e irse de aquí con la mayor cantidad de respuestas.
En este sentido, habrá un proceso de redistribución del trabajo, que hasta el momento ha sido el apartado que más horas de nuestras vidas se ha llevado. El objetivo de esto es que las personas tengan más posibilidades de realizar el trabajo que les resulte más atractivo. Así, se establecería un periodo de tiempo en el que la gente podría cambiar de puesto a uno que más le gustase. Gente que trabajaba en una actividad que no le gustase trabajaría ahora en otra que le gustase más, y gente que le gustase esa cosa que ahora queda libre trabajaría allí.
Los trabajos que no quisiese hacer nadie y/o que fuesen muy duros los haríamos entre todos, en determinadas épocas del año o de nuestra vida, en función de si hay muchos o pocos. Sería como un tiempo que tenemos que dedicar a la sociedad. Así, además, nos serviría para aprender a ponernos en el lugar del otro, al conocer el esfuerzo que requieren trabajos que antes no valorábamos. Se me ocurren la recogida de basuras, trabajos en tuberías de desagües, temas relacionados con limpieza de excrementos ya sea en campo o en ciudad, de humanos o animales, temas relacionados con agricultura y ganadería en los que la gente de ciudad no tiene experiencia ninguna, mataderos de animales para alimentación, etc.
Al no existir la herencia y pasar las riquezas de uno sólo a toda la sociedad, habría más riqueza de la sociedad, con lo que habría que trabajar menos para tener buenos servicios. Al no existir la propiedad, cada generación no tendría que trabajar muchísimo para conseguir el dinero para pagar las casas construidas en otras generaciones. No se podría vender una casa ventitresmilveces, con lo que no habrá ventitresmilpersonas que tengan que pagar de nuevo algo que sólo se construyó una vez, y por tanto no habrá ventitremilpersonas trabajando un montón para conseguir el dinero para pagarla. La riqueza individual estaría en retroceso, la social en aumento, y estaríamos ante un mundo que se trasladase más al disfrute del tiempo.
Debido a esto, el tiempo de trabajo se reduciría una barbaridad, estableciendo como límite insuperable, y a revisar continuamente por lo bajo a medida que los adelantos tecnológicos mejorasen la rapidez y eficacia de fabricación de las cosas, las cuatro horas diarias en un máximo de cuatro días a la semana.
Al no ocupar el trabajo la mayor cantidad de horas del día, nuestras vidas darían un vuelco tremendo porque se podrían generar muchísimas historias más que no tuviesen que ver con el trabajo, o que no fuesen causa o consecuencia de algo relacionado con ello.
Tendríamos tiempo para pensar y hacer cosas improductivas, lo que a la vez, en este mundo actual hiperproductivo, hiperestresante y ansiolizante, nos proporcionará respuestas para acabar con este sistema que nos ahoga, y que hoy día resulta a nuestros cerebros imposible imaginar.
Los sueldos estarían relacionados con el tiempo que se trabaja y no con la supuesta responsabilidad o importancia o trascendencia de lo que se realiza. Las responsabilidades serían compartidas, y así dejaríamos de simular que una sola persona se puede hacer responsable de tantas cosas. Lo que importa a la hora de cobrar es el tiempo de tu vida que estás cediendo.
Lxs niñxs no pagan. Cualquier persona que no trabaje por la circunstancia que sea (edad, enfermedad, incapacidad, etc), no puede pagar, eso es imposible pues supone una simulación en la que hacemos como que alguien que no tiene ingresos puede proporcionar dinero al sistema. Le tendría que pagar otra persona, normalmente los padres, pero, ¿por qué hacer esa simulación? La juventud es patrimonio de la Humanidad, y debería ser costeada por el Patrimonio del trabajo de la Humanidad.
Eliminación de la industria armamentística: ninguna pistola ni rifle ni bala ni tanque ni avión de combate será jamás construido. El descenso progresivo de esa industria conllevará a la eliminación progresiva de los ejércitos. El reparto de la riqueza será nuestro ejército y nuestra policía, ya que eso disminuirá la criminalidad, con la que esos cuerpos cada vez serán menos necesarios. En una sociedad más igualitaria las alarmas de seguros serán innecesarias.
Aplicando todo esto, podremos rescatar las frases de esa gente que ante las continuas peticiones de “otro mundo es posible” siempre contestaban frases del tipo “la vida es así de injusta qué le vamos a hacer”, “cómo vas a eliminar la propiedad, eso será el fin del mundo tal y como lo conocemos”,“sí, hombre, sin armas cómo vas a defender lo tuyo?”, o “¡sí, claro, pero eso es una utopía!”, y demás lindezas promotoras de la apatía generalizada. Ante eso podremos contestar que la vida no es injusta, la vida la hacemos injusta, y, por tanto, también la podemos hacer justa. Que la propiedad no te da seguridad si el resto no tiene ninguna. Que las armas tampoco te dan seguridad si el contexto en el que nos movemos es de desigualdad. Y que, en definitiva, la utopía se persigue, y, con decisiones concretas, se alcanza y deja de ser utopía y, desde ese nuevo lugar en el que nos situamos, deja ver nuevas utopías antes no imaginadas. Y que así se mejora el mundo, nuestras vidas y las vidas de nuestros hijxs.